Llegada a Sao Paulo.
Brasil es un país tan grande, que las conexiones ya sean por la ruta o por el aire son complicadas. Se pierde mucho tiempo en esperas y no esto no ha fallado conmigo. De Salvador a Sao Paulo el avión pone 2 horas y media. Yo me demoré 7 horas en llegar al hotel en plena Avenida Paulista.
Estuve impresionado por la densa circulación en Sao Paulo; autopistas de 4 vías por cada lado y a veces hasta 6 vías, lo que hace 12 en total. La circulación es densa pero fluida y no me pareció que los vehículos corren mucho.
Por la mañana salí a caminar por esa gran avenida bordeada de rascacielos. Esto me cambiaba de Salvador. Sao Paulo me pareció una ciudad occidental con toques tropicales. Un comercio dinámico y bancos y mas bancos. Pero las ciudades grandes no son mi debilidad.
Todavía no estábamos en diciembre y las calles mostraban ya una decoración de navidad. Me di cuenta que los libros y los discos son caros en Brasil. Parece ser el caso en toda América Latina. Incluso me hice un buen corte de pelo mientras esperaba abandonar el hotel para ir a la Rodoviaria de Tiete, que es uno de los 4 terminales de buses de la ciudad.
Yo calculaba 4 horas para llegar a Paraty, y al llegar en un taxi que me costo 27 reais desde el hotel Ibis al terminal, (también se puede tomar el metro con un cambio de linea, de la linea verde a la linea azul) me di cuenta que mi bus se había ido hacía 30 minutos y que el próximo partiría 3 horas mas tarde. Entonces me tome un bus a Ubatuba y me dije allí tomare otro para Paraty. Lo importante para mi era pasar por la Costa Verde de la que tanto había oído hablar.
Mi bus a Ubatuba salia en 9 minutos y el viaje duraba 4 horas. Yo había desayunado a las 9 de la mañana y me aseguraron que no se podía comprar nada durante el trayecto. Me arme de paciencia e incluso encontré un quisco donde vendían galletas. Deje mi computadora a dos metros de la caja para pagar y mientras pagaba un tipo entró y fue derecho a mi computadora. Yo me precipite pensando que me la iba a robar y cual no fue mi vergüenza cuando el tipo me tendió con una sonrisa algo que se había caído del saco de la computadora. Todavía venia con la paranoia del robo y la agresión desde Salvador.